jueves, 16 de diciembre de 2010

Capitulo 1

. ‘El movimiento de rotación de la Tierra: es cuando gira sobre sí misma en sentido inverso a las agujas del reloj, es decir, de oeste a este. Por eso, el Sol aparece por el oriente (salida) y desaparece por el occidente (puesta). También sabemos que la rotación demora casi un día (23 horas, 56 minutos y 4,09 segundos), y que en el Ecuador es…’ 
El pitido agudo del horno microondas interrumpió su concentración.
Sara había salido nuevamente con ese tipo quedando en su casa ella sola y teniéndose que conformar con la comida para recalentar que le había dejado.
Se permitió un recreo para cenar. Sacó el plato con cuidado de no quemarse esta vez. Miró los trozos de carne revuelta y se dijo a si misma para animarse que para variar estaba bien. Tristemente no recordaba la última noche en la que no había llamado al delivery por una pizza. 
Luego de comer, volvió a intentar con los deberes.
‘La primera referencia tomada por el hombre fue el Sol, cuyo movimiento aparente, originado en la rotación de la Tierra, determina el día y la noche, dando la impresión que el cielo gira alrededor del planeta...’ ‘Deberíamos estar nadando en un gran charco de vómito’ pensó. Todo gira, constantemente, sin cesar. De solo imaginarlo le daba nauseas, poseía un estómago débil o quizás había sido la comida. Si, eso: la comida.
Fue corriendo al baño con la mano en su estómago y sintiendo arcadas, giró la perilla de la puerta y se encerró. En cuclillas al inodoro, escuchó débilmente el sonido del motor de la SUV del pretendiente de Sara. Luego los sintió dentro. Se alteró y se dejó caer entera al suelo. No, no estaba preparada. Se arrastró hacia la puerta y apoyó su oído contra ella. Quería gritarle a Sara que no estaba durmiendo. Que ella estaba allí. Que saliera de la sala. Que se lo llevara. Pero ¿Que tan inmadura estaba siendo? Demasiado, concluyó. De cualquier modo no cambió de parecer. Si quería ir a su habitación debía atravesar la entrada, así que no había salida. Decidió rogar por la cordura de su madre. 
-Ven, siéntate un momento – la voz de su madre sonaba dulce, empalagosa. ‘Sara no abuces’ susurró la muchacha con fastidio. Al parecer, afortunadamente para ella, él se negó dado a que su madre protesto. Pero Sara era caprichosa, ella no se daría por vencida. Entonces, la muchacha advirtió que si no hacía algo pasaría lo peor. Decidió hacer ruido, golpear algo, lo que sea que haga reaccionar a su madre. Pero todo lo que hizo fue toser. Toser muy fuerte para que la escucharan. Se raspó la garganta y un ligero gemido de dolor salió de sus labios.
- OH, está bien – articuló Sara al escuchar a su hija - mejor después te llamo
‘¿Acaso no se conformaba con haber salido con él cada noche durante casi toda la semana que además debía llamarlo? Ella te escuchó.’ Se dijo a si misma la muchacha tranquilizándose. 
Cuando oyó la puerta cerrarse y el motor del coche arrancando, suspiró. Las nauseas se le habían extinguido mágicamente. Ha de ser por los nervios. Como sea, pero ahora le dolía la garganta. 
Salió como si nada del sanitario. Sara colgaba su abrigo dentro del armario en la entrada. Cuando vio a su hija, esta le sonrió simulando sorpresa. 
- Hola, no te oí llegar – dijo con un hilo de voz. A sus pocas habilidades de actuación se le sumaba que su garganta estaba hecha añicos. Su voz quebrada y afónica. Trató de aclarársela pero no resulto.
- Hija – su madre la miró compasiva y un poco burlona – tendré que dejar de hacerlo pasar si quieres conservar esas cuerdas vocales.
- ¿De que hablas? , yo… - empezó a decir la muchacha, pero no continuó y se dio por vencida. ¿Para que seguir? Pensó. – Me parece bien – dijo finalmente.
- ¿Qué cuentas? - preguntó Sara. ‘Me intoxique a causa de la horrible comida rancia que me dejaste para recalentar en vez de quedarte a cocinar como una madre normal haría’ quiso decirle, pero no lo hizo – Nada y tu?
-La pase genial. Fue maravilloso. Primero fuimos a Monaccelli, ¡las pastas de allí saben exquisitas! ¿Sabes?– No, no lo sabía. Su estómago rugió. – Luego me llevó a la bahía, a mirar las estrellas, fue muy romántico – Hablaba demasiado rápido. A la muchacha le causaron escalofríos. No deseaba imaginar a su madre con un hombre. No quería seguir oyendo - me tomó la mano – rió con picardía - ¿y sabes que dijo? – las palabras de Sara estaban cargadas del entusiasmo.
Al juzgar por como hablaba, se había olvidado por completo que era a su hija a quien le estaba contando todo sobre su cita. Esa hija reacia a su vida amorosa. Esa hija que no la tendría que haber dejado llegar a ese punto.
- ¡Diablos, no! No quiero saberlo, ¡ni se te ocurra seguir! – la muchacha fue hacia sus cuadernos y los empezó a recoger. Su madre fue arrancada de su ensimismamiento bruscamente. Observó a su hija. Tragó saliva y suspiró.
- Como quieras. Antes de irte a acostar debemos hablar – sonaba seria y nerviosa a la vez. Ese era el tono para hablar de un tema que a su hija le molestaba y mucho.
- Debo dormirme, mañana tengo escuela… -
- Mackee, por favor – la interrumpió Sara - siéntate.
Esta vez se sentó sin protestar. Sara se sentó a su lado, le dedicó una sonrisa y luego tomó aire. Mackenzie se mordió el labio impaciente. Cuando tus padres, o uno de ellos, te decía ‘debemos hablar’ uno debía horrorizarse.
- Hija, he estado hablando con Steve – esperó que su hija dijera algo y cuando no lo hizo prosiguió – y él está de acuerdo en que, si tu también lo estás, bueno… - se tomó una pausa – en que quizás podamos ir a cenar unos de estos días los tres ¿Qué... te ... parece?-
La muchacha parecía en perdida, no lo sabía, pero las palabras en su mente ya no estaban claras.



– Me parece que ya es tiempo ¿no? – siguió Sara. Mackenzie apenas podía pensar. Su madre se impacientó ante su silencio – ¡Por dios Mackenzie! ¡Ya ha pasado mucho tiempo! – el grito la hizo reaccionar. Tomando control de si misma nuevamente habló.
-Bien, pero yo solo lo sé hace unas semanas. No, no...- negó con la cabeza.
-Hija, tarde en decírtelo solo porque quería estar segura de que esta relación valía la pena.
-¿Y la vale? – le preguntó a su madre mirándola fijo. Podría haber sonado a una provocación, pero Sara pudo captar la verdadera curiosidad en sus palabras. Que diablos, era su hija, la conocía mas que a nadie en el mundo.
-Lo quiero. – Esas palabras fueron un balde de agua fría en el invierno mas helado. Mackenzie miró hacia la ventana. Sara le tomo de la barbilla y la giro hacia ella – Esto no se trata de olvidar a tu padre, ni de reemplazarlo. Cariño, esto se trata de seguir adelante. – La muchacha sentía como sus ojos ardían y sabía que no aguantaría mucho tiempo sin que una lágrima apareciera – Nadie nos lo quitará del corazón, tú sabes eso ¿verdad? – dijo Sara. Mackenzie ya no estaba tan segura, se sentía confundida y cansada.
Sara esperaba una respuesta de su hija, pero Mackenzie no podía. La seguridad que había conseguido en las últimas semanas se desvaneció por completo.

-Debo irme a dormir – dijo y se alejó hacia las escaleras. Su madre se puso de pie.
-Prométeme que lo pensarás al menos – insistió. Ella no la dejaría en paz y tampoco quería gritarle o discutir en ese estado. Así que solo asintió y subió de dos en dos los escalones hasta el primer piso. 




Capitulo 2

El despertador sonó por séptima vez esa mañana. Quizás haya sido por la conversación con Sara la noche anterior o porque la temperatura había descendido, pero la idea de levantarse le daba malestar. La décima vez, se levantó. Se puso una blusa gris con mangas largas y sus jeans. Luego su abrigo y la bufanda. Ató su largo cabello castaño con una coleta como lo hacía a diario. 
Salió de su casa hacia la escuela sintiendo que el viento helado le cortaba la piel.
Cuando llegó , se fastidió por la cantidad de alumnos por doquier. Esa era una característica sobresaliente del Instituto al que asistía, el número de estudiantes era alto.
Ya entrando en el recibidor recordó que no había terminado con el trabajo de astronomía a causa de la charla con Sara. Lo había olvidado ¿Había alguna posibilidad de que nadie la viera y volver a su casa? En el momento en el que retrocedió decidida a marcharse, chocó con alguien.
- Señorita Morton creo que iba en la dirección equivocada – dijo la persona con la que se había estrellado. Mackenzie la miró con fastidio unos segundos sin decir nada, entonces la persona la golpeó en el brazo- ¿Cómo te atreves a mirarme así? Te levantaste de malas eh? – Mackenzie se dio vuelta ignorándola y caminó hacia el pasillo – Hey, no me ignores. ¿Hice algo para que estés así? – La muchacha se paró en seco. Era verdad, no tenía la culpa de nada. Se giró.
- Lo siento Gwen – dijo y trató de sonreír, pero le salió una mueca extraña.
- Vaya ,que falso se vio eso – dijo su amiga mientras se arreglaba sus rebeldes rizos rojos.
- Lo sé,¿por si acaso hiciste…?
- ¿El trabajo que tu no? Seguro.- Gwen sacó un sobre de su bolso y se lo tendió.
- Gracias – dijo Mackenzie sintiéndose un poco apenada. Era verdad, le solía pasar eso y Gwen siempre había compartido sus tareas con ella. Le debía demasiadas ya – Algún día te devolveré todos los favores.
- Si , no sueño tan alto – contestó su amiga. Ambas rieron y fueron hacia su apartado y solitario salón. Las ventanas estaban cerradas, pero un vidrio había sido roto esa semana. Un rápido arreglo no evitaba que el frío se colara entre las hendijas de todas maneras. Uno de sus compañeros, Will, recortaba pedazos de papel y los metía en los huecos desnudos. Él vestía de negro, como el resto de su pandilla. Gwen solía llamarlos el lado oscuro, o mas bien ‘The Dark Side’, en ingles. Existía bastante antipatía con ellos.
Pronto el aire gélido en el salón dejó de circular.
La inútil estufa de pared se encontraba encendida y un ligero olor a gas se podía apreciar en el aire. 
- Moriremos asfixiados – dijo Mackenzie mirando el calefactor.
- Me apetece mas que de hipotermia – dijo Gwen sentándose a su lado en uno de los bancos. 
De a poco el salón se lleno de alumnos , para entonces ya no hacía tanto frió allí. 
El señor Clark, su profesor de Biología, que recién había ingresado al aula, traía una camisa a cuadros roja. El solía vestirse de forma ridícula desde que Mackenzie recordaba.
Comenzó a dar la lección del día y Mackenzie se las arreglaba para copiar el trabajo de Gwen sin ser notada.
A medida que escribía, las palabras de Sara se le venían una a una a la mente ‘no se trata de olvidar a tu padre, ni de reemplazarlo’ <y entonces ¿de que?> pensaba. No cabía otra posibilidad, el hombre de su vida debía ser por y para siempre su padre. La puerta del salón se abrió. < ¿Cómo podía venir alguien mas a ocupar ese puesto sin que debamos olvidarlo o reemplazarlo?> Ella no lo haría, definitivamente no. Seguía escribiendo y pensando. Estaba defraudada por Sara. ‘Se trata de seguir adelante’ <¿Cómo eso me ayudará?> Pensó una vez mas. Ella había seguido adelante sin tener que pasar por algo así. Al menos eso creía. Esto solo empeoraría las cosas para ella. ‘Nadie nos lo quitará del corazón’ 
-tss tss- sintió el codo de Gwen en su brazo. 
-¿Qué? – preguntó Mackenzie un poco fastidiada sin levantar la vista de su trabajo.
-¿Crees en el amor a primera vista? – le preguntó su amiga. 
-¿De que hablas? – La muchacha miró a Gwen y al parecer su voz salió más fuerte de lo que pretendía. 
-Sucede algo señoritas? – preguntó la Directora Baxter parada al pie de la pizarra, con los brazos cruzados y su ceño fruncido. A su lado se encontraba el Señor Clark, entrecerrando sus ojos para ver mejor, dejando olvidados sus lentes en el escritorio; pero había alguien más. Cuando lo miró, sintió de repente, que el aire se había tornado infernal.


- Nada grave, no se preocupe – la voz de Gwen se sintió lejana.
La Sra. Baxter puso los ojos en blanco.
- Muy bien – comenzó a hablar. Saliendo de su hipnosis, Mackenzie sintió como el pie de Gwen aplastaba con rabia el suyo y tuvo que reprimir un gemido. La miró irritada pero se dio cuenta que debía haber sido mas disimulada antes así que se lo dejó pasar. Volvió a enfocar su mirada con cuidado hacia el frente.
- Se que es extraño recibir alumnos nuevos a esta altura del semestre, ya llevamos un mes de clases, pero por distintas razones el señor Wheeler a partir de hoy será su nuevo compañero – comunicó su directora.
Estallaron las miradas furtivas entre las chicas, las risitas por lo bajo, el murmullo y el recelo en los ojos de algunos estudiantes. Gwen diría algo como ‘está sublimemente caliente’ ella solía hablar así de extraño. Y Mackenzie le daría la razón, sin que la escuchara.
Algunos mechones del cabello castaño oscuro del chico caían sobre sus ojos azules. Parecía un poco alborotado. Estaba ignorando las palabras de la Sra. Baxter, mirando indiferente hacia la ventana. Traía puesta una camisa gris un poco arrugada con las mangas dobladas hasta el antebrazo y unos Levi’s negros. Sobre su regazo llevaba una chaqueta de cuero negra. Si, era muy atractivo. Demasiado. Lucía como esos pandilleros de las películas. Mackenzie pudo distinguir en uno de sus brazos descubiertos, una pequeña cicatriz.
La directora le mostró un asiento vacío en el fondo. Caminó hasta allí con aire despreocupado. Su rostro se mostraba rígido y perfecto. Hermoso. Algunos suspiros salían de algunas bocas sueltas. Y los valía.
Cuando estaba a punto de sentarse, atrapó la mirada de una muchacha rubia sentada en la fila de la derecha, justo al lado de la de él, y esta se la mantuvo. Luego él sonrío, de la manera más seductora y perversa que pueda existir y le dio un guiño. ‘IDIOTA’ pensó Mackenzie. Kerry, la chica rubia, no estaba en su lista de mejores afines y cualquiera que congeniara con ella, por lo general no era tampoco de su agrado. Además, ella era una de las que mandaba sobre la pandilla de los dark-side. En realidad, no solo tenía poco afín sino que prácticamente habían sido enemigas desde el Kinder. Kerry realmente la odiaba y Mackenzie con el tiempo aprendió a no quererla. Se sintió un poco decepcionada, preguntándose porqué siempre debían terminar con ella. De todos modos, él ni siquiera la había visto. Sacudió la cabeza para alejar ese pensamiento. Que caso tenía de todos modos.
Al término de la clase de biología, las dos amigas se sentaron en una de las mesas del comedor.
-Podrías haberte copiado aquí – dijo Gwen.
-La comida es sagrada – le respondió Mackenzie entretenida abriendo el paquete de su alfajor de chocolate.
-Evitando la comida de la escuela uuh? Buen plan. – Gwen apoyó los codos sobre la mesa y se arrimo a ella -Escucha, puedes negarlo, pero nadie me quitará la idea de que el súper bombón nuevo, probablemente el mas apuesto de la escuela en todos sus años de existencia, te ha robado un suspiro al menos.
- No
- Como dije, puedes negarlo pero no cambiará en nada – dijo Gwen acomodándose en su asiento.
- ¿No acabaras? – Mackenzie se inquietó.
- Mac, te pones nerviosa, no es buena señal – dijo la pelirroja sonriendo.
- Tú me pones así.
- OK – dijo Gwen ,al fin bufando – como quieras. Ese chico, es un sueño – ya no le estaba hablando a su amiga. Sus ojos se desviaron sobre sus hombros.
- Tu… - dijo la muchacha mirando a Gwen - Es un consejo. No te metas con él. Solo míralo… bueno OK, ya lo estás mirando – Mackenzie chasqueó los dedos en el rostro de su amiga dos veces- se que es malo juzgar por las apariencias pero no es difícil adivinar como es. Esta fuera de nuestro alcance – dijo Mackenzie un poco desanimada con la idea, pero intentando ser realista.
- Ahora si me has ofendido. ¿Cómo puedes subestimarme? Yo solo puedo pensar en una persona – dijo Gwen. Mackenzie no tardó en entender.
- Mierda, lo sabía – protestó la muchacha irritada.
- No lo hacías – dijo Gwen.
- Como sea. No lo hagas. En serio. No sos buena actuando como cupido, no harías ningún bien. No me interesa.
- Vamos, él no te ha visto aun. Si le dieras oportunidad. Por que, POR DIOS! Solo mírate. Esto un verdadero desperdicio – Gwen la miró entera. Ella siempre la había envidiado sanamente. Mackenzie era una muchacha preciosa. Ella era fuerte, tenía carácter. Era divertida, inteligente y hermosa. Su amiga siempre lo había dicho. Claro, Gwen no se quedaba atrás pero estaba segura que ella no llegaba a tanto. Por supuesto, a Mackenzie eso nunca le pareció así. Odiaba ese tipo de comentarios.
- He dicho que no – si algo de su ira se había transportado a su rostro, Gwen lo noto.
- OK. OK. No me lastimes. Él es una mala idea. Lo sé. Pero alguien mas quizás…
- ¡Para ya! – le gritó Mackenzie.



- No pararé. Creo que es hora de hacer algo por ti – insistió su amiga.
- No, te equivocas. ¿Sabes? – Mackenzie corrió la silla hacia atrás y se puso de pie al tiempo que juntaba los envoltorios vacíos- Cuando entiendas que estoy bien así como estoy, vuélveme a hablar.
Se giro hacia el bote de basura que se ubicaba al final del patio, cerca de los pasillos. Era inevitable enfadarse con ella. No era como si hubiese sido la primera vez que discutían sobre el tema. Y las relaciones forzadas nunca funcionaban. Menos con Mackenzie. Menos con él. O con quien fuese. Mala idea. Gwen nunca debería haberle dicho eso. Ahora tenía la cabeza en otro lado, en el campamento. El verano. En esas cartas anónimas de a quién no llegó ni a verle la cara. Ni llegó a conocer su nombre. Y se preguntaba porque así y todo seguía importándole tanto. Pero ¿que importa la apariencia? ¿Qué importa el nombre?



A ella no le importo. ¿Por qué querer olvidarlo? Si. Seguir con su vida amorosa significaba que ese acontecimiento solo había sido algo más. Y no lo fue. No lo podía dejar atrás. No… Sintió un liquido frío en su brazo. El vaso tirado en el suelo y alrededor la Coca-Cola derramada. Kerry estaba parada allí en frente, rebajándola con su mirada en frente de todos. No era precisamente la persona con la que le encantaría compartir un choque como este. Ya se lo había hecho antes. La primera vez Mackenzie se había apenado. Pero ahora ya se había acostumbrado. Podría haberla ignorado y seguir adelante, podría haberle preguntado que tanto miraba. Podría haberse reído por lo ridícula que se veía así vestida de negro. Demasiado para venir al instituto. Podría simplemente haberle pedido disculpas y olvidarlo. Pero no hizo nada de eso.
Wheeler o como fuera su nombre, estaba parado justo detrás de la blonda. Serio, con la cabeza baja. Talvez la situación no le parecía merecedora de su atención. De todas maneras Mackenzie agradeció aquello. Y por alguna razón se hubiese puesto mas nerviosa si él se reía de ella también. Bueno, ¿Quién no? Se quedó allí parada, observándolo. Kerry se percató de ello.



-Hey, torpe! ¿Qué miras? – dijo con su irritante voz aguda – Estoy esperando tus disculpas.
Mackenzie no podía dejar de mirarlo. Se veía tan preocupado, tan diferente. Tal y como la primera vez que lo vio, perdido con su mirada en la ventana, antes de arruinarlo todo relacionándose con Kerry. Algo más. Kerry se impacientó y pateó el vaso de gaseosa hacia Mackenzie. Este pegó contra la silla a su lado. Mackenzie sonrió.
-Vaya, fallaste – La muchacha pasó al lado de la rubia sin mirar a nadie mas. Se sentía cansada. La conversación con su madre, la discusión con Gwen y ahora esto. Llevaba ojeras bajo sus ojos. Sin duda no estaba teniendo un buen día.
Se percató de que él había seguido sin mirarle.
Siguió caminando cuando miró de nuevo hacia atrás. Él ya no estaba allí. En ese instante sintió algo, miró hacia su blusa gris y vio la gran mancha naranja chorreante en el medio de su estomago. Frío. Levantó la mirada y los estudiantes comenzaron a reir. Wheeler tiró el vaso en el cesto alejándose de la escena. Los chicos canturreaban el nombre del chico. Mackenzie estaba paralizada. Entre la rabia, la vergüenza y la doble rabia. Él solo se fue sin decir nada.


Capitulo 3

Una semana mas pasó. Logró evitar hablar con Sara sobre el tema de la cena con Steve. También evito a Gwen, tarea difícil, pero de alguna manera supo que lo lograba solo porque la pelirroja decidió darle un espacio. Mackenzie ya no estaba tan enfadada, aunque quería que se le vayan esas ideas de la cabeza a su amiga.
El viernes por la noche, mientras programaba el microondas para un café de madrugada, sonó el teléfono. La voz de la operadora dijo las palabras: llamada cobro revertido. La muchacha presionó uno para aceptar la llamada. Imaginó a su madre, sin dinero, varada en algún lado con Steve.
- ¿Si? - dijo
- Antes que cortes te recuerdo que estás pagando por esta llamada y como se que no te gusta desperdiciar dinero, te aconsejo que al menos escuches por un minuto – dijo Gwen apresuradamente - ¿Bien?
- 59…58…57…56… - empezó a contar Mackenzie.
- Bien, está bien. Lo lamento, lamento insistir tanto con esto. Se que soy cabeza dura y que vivo justificándome pero esta vez es diferente. Te doy la razón en todo. No como a los locos ¿Entiendes? En serio, tu solo sabrás que es mejor para ti. No puedes seguir ignorándome, los de mi especie no toleramos tal rechazo. Dame una oportunidad. ¿Cuánto voy? – dijo respirando agitada, exagerando.
- Pues… tu podrás subir escaleras y mascar chicle al mismo tiempo, pero yo no puedo contar y escuchar a la vez – dijo Mackenzie.
- ¿Y elegiste escuchar o contar?
- ¿Tu que elegirías? Chicle o escaleras.
- Si hablamos de las escaleras de la escuela, elijo chicle. Pero si se tratan de los escalones de mi amistad contigo… - dijo con voz dramática.
- Gwen… Júralo – dijo Mackenzie seria.
- Lo juro mi Mac bonita. ¿Me perdonas? – la había perdonado mucho antes de que se diera cuenta que solo su mejor amiga usaba ese truco de la llamada de cobro revertido para que no le cortaran.
- Si, pero vaya que tendrás que esmerarte para remontar esto.
- Lo sé, y ya tengo la solución. Ábreme la puerta.
Antes de dirigirse a la entrada, Mackenzie tomó otra taza y vertió el café frió en ella, luego metió ambas tazas en el microondas y lo encendió. Abrió la puerta.
- ¿Qué harías sin tu fiel amigo microondas? – dijo su amiga entrando a la casa. Cuando el café estuvo listo, ambas se sentamos en el sofá.
- Te escucho y trata de no darme motivos para echarte – dijo tomando un sorbo del café caliente.
- Buscaremos a tu chico anónimo – dijo entusiasmada. Se estremeció al beber de su taza, muy caliente.
- ¿Mi que? OH vamos! 
- ¿Qué pistas tenemos? – Mackenzie no pudo evitar reír – Estoy hablando en serio.
- Bien.. Es hombre… espero.- frunció el ceño- Tengo algunas de sus notas… Así que su letra? Pero la gente cambia la letra.
- No, no lo hace – replicó Gwen
- Si, yo lo hice- tomó un sorbo del café- No le pregunté su nombre, ni su edad, solo te puedo hablar de cómo es y sus gustos. Si es que no mintió. Ah si,por cierto , el campamento quedaba a 300 Km. de aquí, así que tenemos aproximadamente un radio de esos 300 a la redonda, con suerte claro – su ironía no le hizo gracia a Gwen
- Solo trato de ser realista.- se disculpó Mackenzie. 
- Y yo de entender porque tu madre no te envió a un campamento mixto.
- Era mixto, solo que no teníamos contacto con ellos. 
- Suena tan antiguo.
- ¿Piensas que Sara se tomaría el tiempo de verificar tal caso? Ella solo anotó mi nombre y pagó. Ya sabes, en el tiempo que me habló sobre Steve.
- Quizás él se lo recomendó. Deberías agradecérselo. – Gwen parecía sincera. Steve no le cae del todo mal a Mackenzie, pero la idea de decirle gracias frente a frente, bueno eso si caía mal – Como sea. Veo que no tienes ganas de cooperar, así que permíteme las cartas y lo averiguaré yo sola. Te iré informando- La idea de entregarle esas notas a su amiga la aterró. No se creía tan fuerte como para alejarse de ellas. 
- ¿Qué tal si las escaneo y te las envió?
- Plaf, como quieras.
Esa noche estuvo inquieta y le costó dormir. Entre pensamientos podía ver lo ilusa que sonaba ilusionándose por alguien del que solo conocía lo que él quiso que supiera, escrito en un papel. Sonaba tan tonto. Pero solo Mackenzie sabía cuanto la había ayudado. Gwen era su mejor amiga. Ella era como una hermana, pero hay cosas de las que cuesta hablar hasta con una hermana. También sentía la inquietud, la curiosidad de saber quien era. Pero eso lo cambiaría todo, estaba enamorada de cómo había resultado esto. ¿Y si se decepcionaba? Estaba la posibilidad remota de que solamente hubiese estado aburrido y le gustase seguirle el juego. Quizás no era tan perfecto como se lo imaginaba. ¿Quién lo es en realidad? 


Recordaba la primera vez, la primer noche…
Había llegado junto a un par de chicas a la cabaña que les tocaba. Junto a esta había una especie de muro de lona que separaba las cabañas masculinas de las femeninas. Le pareció tan ridículo pero no le importo mas que eso. La guía, una de las tantas monjas que rondaban por el lugar, les había hecho un recorrido lo suficientemente largo como para dejarla agotada y adoloridos los pies. Las chicas con las que compartía las cabañas ya habían concurrido antes a ese lugar. Ella era nueva en todo.
Por la noche. Cuando las luces se apagaron, luego de cinco minutos ,se volvieron a encender. Alguien tocó la puerta – tapa tapita tapón- era la señal. Abrieron y una muchacha rubia de cabello corto con unos años mas que Mackenzie, entró en el cuarto sosteniendo en sus manos un montón de pequeños papeles.
- ¡Chicas! Las extrañé – la muchacha se abrazó con Jude, una de las compañeras de habitación.
- Hey Lizz, nosotras también. Pero mira, hay una nueva – señalo hacia Mackenzie, esta sonrió- Las presento Mackee , esta es Lizz. Lizz, Mackee – señaló nuevamente . Lizz le tendio la mano y ella se la dio.
- Mucho gusto cariño, soy asistente de los campamentos Rinier’s
- Los… - dije
- De ambos, femenino y masculino. De día ayudo a la madre Rinier y a su hermano. De noche, estoy para tus servicios. – se inclinó en una reverencia. Mackenzie miró confundida hacia el resto de las chicas allí a su alrededor.
- Lizz es nuestra paloma mensajera – explicó Jude y sonrió hacia ella – Nuestro puente comunicativo hacia los chicos Riniers. Yo tengo a mi novio allí y la mayoría de aquí ya se conoce. –
Mackenzie enfocó su mirada en los papeles en las manos de Lizz.
- Con notas escritas? – preguntó mirándola.
- ¿Y como mas? No hay Internet ni teléfono aquí, y en ese caso no me necesitarías Y ni modo que me acordase de memoria cada mensaje. Trabajo aquí como parte de mi eterno castigo, y para tener con que pagar mis estudios.
- Así que tu solo pasas del otro lado, vas y ¿entras a la cabaña de los chicos? – dijo Mackenzie frunciendo el ceño.
- Eso quisieran ellos. No. Yo solo los llevó hasta Henri, el se encarga de dárselos. Él es como yo. – dijo Lizz. Suspiró y comenzó a repartir las notas de colores – muy bien, de prisa contéstenlas. Las que quieran enviar, vamos apresúrense también debo llegar a las otras cabañas.
- Hey – una de sus compañeras llamó su atención – Vamos! Escribe algo. No importa que no los conozcas. Esto será de seguro lo mas cercano a la diversión que tendrás en los próximos días. Lo bueno es que Lizz trabaja todas las noches también – hizo un guiñó y siguió escribiendo.
Ese fue el momento en el que Mackenzie escribió su primer nota ,sin saber en realidad que sería para él. Fue algo como: ‘Solo respóndeme si no tienes idea de que estas haciendo aquí, como yo no la tengo’ Pidió que se la dieran a quien sea. En realidad no tenía esperanzas de que la contestaran, solo pensaba en descansar. Pero Lizz trajo minutos mas tarde una nota para ella. Decía : ‘La gente está aquí por una especie de castigo. Yo quizás me merezca uno, pero no estoy por eso. En realidad, tampoco tengo idea’
Si le preguntaran que fue lo que la motivo a seguirle escribiendo noche tras noche, diría que al principio aburrimiento, pero luego todo cambio y ya no pudo parar.

Cuando Gwen despertó, le dijo que le entregaría las cartas pero no sin antes hacerle prometer que las cuidaría con su vida. Ella hizo su juramento y Mackenzie se las dio sin saber que sería la ultima vez que las vería.
- Veamos que tenemos aquí, su poema preferido ‘Soneto III’ de Pablo Neruda – leyó rápidamente – oye, el tuyo también lo es ¿no es así?- Mackenzie asintió. – bien. Oh, lo olvidaba, tengo algún que otro chisme que gracias a tu capricho… - Mackenzie bufó- justificado, no pude decirte.
- Te escucho – dijo tirándose en la cama.
- Es sobre Wheeler – el estomago de Mackenzie se inquietó – El es mi segundo objetivo interesante, ya sabes – la muchacha castaña puso los ojos en blanco. No podía culparla, era atrayente. A lo largo de esos días ya supo encontrar su lugar, su grupo y los integrantes de dichos grupos eran unos idiotas lo que también lo convertía en tal. Supo detestarlo en silencio.
- Kerry le ha marcado en la frente con un atizador caliente su nombre, pero dicen las malas lenguas, que nuestro chico malo, no es alguien quien se deje domar. Él es un rebelde.
- Hablas de que es de esos quienes se rebelan al sistema. Se meten en peleas, usan a las chicas como objetos y rompen cosas- dijo Mackenzie cerrando los ojos. Esa era su idea sobre él. 



-Vaya, eres vidente. A mi me contaron que es muy mujeriego y si, está a la vista que trata mejor a su motocicleta que a las mujeres – dijo recordando el episodio en la cafetería- Como sea, me debo ir. Te mantendré al tanto – le dijo levantando su bolso donde minutos antes había guardado las cartas - Un chico violento, sublimemente caliente! – Gwen gritó saliendo, prácticamente danzando, por la puerta de la habitación. Mackenzie no pudo reprimir una sonrisa. 



Capitulo 4

- Oye, es sábado – insistió una vez mas. 
- No me había dado cuenta – dijo la muchacha con ironía.
- Es solo un juego de football ¿Qué daño te hará? – la voz de Gwen suplicante.
- Como sea – contestó rindiendose.
Luego de colgar se acercó al espejo y se ató el cabello como siempre. Se sentía bien. Tomó su reproductor de música y salió de la casa para encontrarse con Gwen.
El partido de football se iba a desarrollar en el club publico de la ciudad. Un mini estadio al aire libre que quedaba cerca del Instituto. 
A pesar de que era organizado por todos los Estudiantes de allí, el evento estaba desvinculado de la Escuela. 
Gwen y Mackenzie llegaron al lugar cuando ya estaba anocheciendo. El aire bastante fresco aunque agradable. Las muchachas caminaron hacia las gradas y buscaron el lugar que mas les satisfacía. A Mackenzie le daba igual, no miraría el partido. Se sentaron y de pronto las personas fueron llegando de a montones. En pocos minutos el campo estaba repleto y la oscuridad había copado el cielo. Los reflectores fueron encendidos y todos alentaron este hecho. Mackenzie aprovechó esto y se colocó los auriculares en los oidos. Luego llegaron los equipos y el partido comenzó. 
Realmente estaban todos allí, bueno, casi. Y lo agradeció. Subió el volumen de su reproductor al máximo y trató de distraerse en la música. Gwen de vez en cuando le echaba un vistazo. Cabizbaja disfrutaba en silencio de las melodías y solo se inquietaba cuando alguien hacía algún movimiento brusco de protesta o festejo. 
El tiempo transcurrió tranquilo, sin sobresaltos.
Decidió levantar la mirada y observar a los jugadores en movimiento. Eran geniales concluyó. Muchos de ellos compañeros suyos. Miró al cielo estrellado, meneando la cabeza por la música. Observó el lugar casi sin importancia cuando, al mirar a un costado del campo, notó un movimiento extraño. Miró curiosa nuevamente, pero no había nada allí. Volvió a acomodarse en el lugar, pero no pudo evitar volver a mirar. Y allí estaban. Un grupo de motocicletas observaban alejados el evento. Nadie alrededor suyo pareció percatarse de aquello. La música seguía sonando en su oido sin sentido ya. Miró mas fijamente con la intención de distinguir quienes eran , pero llevaban puesto el casco y eso lo impidió. 
Trató de relajarse y miró hacia el frente. Luego hacia abajo e intentó concentrar su atención en el partido o en la música olvidada. Lo hizo solo por un momento porque pudo advertir que las motos ya estaban mas cerca. Y fue justo en ese instante en el que lo vio. Llevaba puesto el casco, pero sabía que era él. Un poco mas adelante que el resto. Asi lo habían designado: El nuevo lider. A él, con quien no había tenido contacto hacía semanas, desde el incidente en la cafetería. Pero había algo que la perturbaba aun mas. La estaba mirando de frente. No veía su rostro pero ella lo sabía. Se lo quedó mirando un rato, tratando de entender que era lo que estaba sucediendo. Nuevamente advirtió que nadie si quiera había notado su presencia.
Él la miró fijo también, la contemplo. La diferenció del resto, no era muy complicado hacerlo. Ella era distinta. Aunque aun no entendía la razón , ella lo era.
Los motores aceleraron y él dio la indicación de alejarse. 
Mackenzie los perdió de vista rápidamente. Se sintió un poco decepcionada pero a la vez aliviada. Su presencia le ponía los pelos de punta.
El partido estaba en su punto máximo de fervor. Los jóvenes alentaban entusiasmados. Mackenzie siguió sumergida en su reproductor. Luego observó el show de las animadoras. En realidad, no lo eran. No existía un club de animadoras, porristas o cheedleaders , como quieran llamarlas, en el instituto. Pero siempre estaban las chicas muy alegres que se prestaban para ese tipo de asuntos. Le daba igual, estaba realmente divertido. 
El árbitro cobró penal para el equipo de su clase. Acomodaron la pelota y Carter, uno de sus compañeros, tomó distancia y miró fijo al portero contrario. 
El pitido del silbato sonó y Carter comenzó a correr, pero tuvo que parar. Tuvo que salirse a un lado, tuvo que esquivar la Honda verde que se le venía encima. En un abrir y cerrar de ojos, el campo era invadido por al menos quince motocicletas. Aceleraban e iban en busca de cualquiera que estuviera cerca de allí. Los adolescentes huían asustados, las chicas gritaban. Los insultos desde las gradas traspasaban los audifonos de Mackenzie, que miraba con amargura la escena. Se acercaban a los bancos de suplentes y desparramaban las vendas, los articulos, las prendas de repuesto. Con variadas piruetas, hacían que las motocicletas arrancaran el césped perfecto del campo de juego. En pocos segundos todo estaba destruido. Los que manejaban solo reian y gritaban alentandose entre ellos. Las personas comenzaron a irse pero la mayoría andaba de un lado al otro tratando de buscar una explicación.


Las muchachas decidieron marcharse. Gwen se retrazó un poco. Cuando Mackenzie estaba saliendo por un costado del campo destruido fue interceptada por una abominable motocicleta roja. Podía percibir los rugidos que esta daba. Se paró en seco y con las manos en los bolsillos, la muchacha observó un poco asustada al conductor que portaba casco. Se le heló la sangre.
-¿Ya te irás? – preguntó él.
- No molestes – dijo con rudeza la muchacha y comenzó a irse.
- Hey, tranquila. ¿Sigues enojada por lo del jugo?
Mackenzie paró de caminar. Estaba enojada, y mucho. Giró y se detuvo en Gwen que conversaba con un chico en motocicleta. Él advirtió esto y rió.
-Parece que tu amiga no lo está.
Ella lo miró con odio. No sabía por qué, pero le molestaba mucho su actitud, mas de lo que debía. Decidió irse sin esperar a Gwen y se alejó de allí. Él la siguió mirando hasta que desapareció de su vista. 

Capitulo 5

Pudo seguir evitando a Sara durante ese fin de semana. También evitó quedar atrapada en el baño. Y así lo hizo todo el resto del mes.
Cuando llegó al instituto esa mañana, sintió nuevamente la gran necesidad de salir corriendo de todos los días. 
Al borde de las escaleras estaba Kerry, junto a su amiga y un par de chicos mas, entre ellos estaba él, tan arrogante y atractivo como de costumbre. 
Durante los últimos días lo había observado. A él le gustaba jugar con las personas, a él le gustaba estar con las mujeres. También estaba el hecho de que se reservó a estar cerca solo de Kerry y sus amigas. Nadie mas. A él le gustaban las peleas y las carreras en moto. Incluso Mackenzie misma había visto un video en la red pública donde salía peleándose con desconocidos. Se veía fuerte y varonil, le gustaba como se veía, su cuerpo, su agilidad, pero le daba repulsión la gente así. De cualquier manera, ella seguía estudiándolo. Algo no encajaba, él no se veía feliz haciendo eso.
Deseó que la escuela tuviera puerta trasera, pero no había tal así que tuvo que respirar profundo, ponerse los audífonos y caminar. 
- Hey Morton, ¿quien te ha peinado hoy? – la voz rechinante de Kerry se asomo a través de la música que estaba escuchando, sumado a las risas. El cabello de Mackenzie estaba bien. Este estaba recogido. Siempre lo llevaba así a la escuela. Lo tenía lo suficientemente largo y ondulado como para no poderlo manejar del todo como quería. Mackenzie estaba bien. Ella lo había entendido después de un tiempo. Ellos están mal, pensó.
Hizo caso omiso a las burlas y se concentró en la música y en subir rápido los escalones. Cuando levantó la mirada, vio como él la observaba con ese par de ojos profundos de ensueño. Por unos segundos sintió que se le aflojaban las piernas pero siguió adelante sosteniéndole la mirada. La invadió una sensación de aislamiento, no supo que tan ridículo era hasta después. Kerry tomó el brazo de él y todo el encanto del momento desapareció. Mackenzie negó con la cabeza frustrada y miró hacia adelante, luego entró al establecimiento.
La primera clase del día era la de Flynn. Su clase, era de literatura pero no usaba la forma tradicional de enseñar. Ella trataba de compartir con sus alumnos el entusiasmo por la vida que sostenía que debían tener. No debería ser fácil convencer a unos adolescentes de que la vida es hermosa, no aún. Pero ella hacía lo que podía. 
-Muy bien niños – dijo aplaudiendo, llevaba un vestido rosado con flores. Sus ojos verdes se ocultaban tras sus lentes – hoy empezaremos con un nuevo proyecto. Un proyecto que les llevará un tiempo. Así que no tienen excusa para que no salga perfecto. Es en parejas y no, no lo elegirán ustedes. Eso iría en contra del proyecto. Yo los designaré - ‘Genial’ pensó Mackenzie. Un punto menos para Flynn. Gwen la miró con rostro de quizás-nos-toque-juntas-pero-es-obvio-que-no-tenemos-tanta-suerte. 
- Lo haremos por sorteo y, olvidé decir, será la única nota del semestre, así que mas vale que se esfuercen – las quejas no tardaron en llegar pero Flynn las ignoró.
Los nombres que formaban las parejas fueron fluyendo. 
La mente de Mackenzie voló nuevamente. Flynn le recordaba un poco a su madre. Se sentía mal y no entendía por qué. O si, todo apuntaba a Steve. Tampoco era como si estuviera haciendo algo malo, ella pensaba, pero Sara en verdad quería que lo conociera ¿Que era lo que tanto le costaba admitir? Decidió que no era el momento de pensar en eso allí. 
– Wheeler y … - Sonó la voz de Flynn y la muchacha siguió pensando. Ese chico… realmente le molestaba su actitud – Morton – Gwen ahogó una risa y se tapó la boca con la mano.
Mackenzie solo quiso que se la tragara la tierra. 
- Ahora las parejas, siéntense juntas y empiecen – dijo Flynn. Mackenzie le imploró a Gwen y suplicó que no la dejara. 
- Estarás bien, él es el que debe preocuparse – dijo su amiga levantandose de su lugar con una sonrisa.
Ella no se movería de su lugar. Si tenía interés, él debía acercarse. Le tomó por sorpresa cuando lo hizo. Mackenzie recordó respirar, y cuando lo hizo se arrepintió de aquello. Su perfume la inundó entera. Generalmente no le gustaba la loción masculina. Chocolate. Recordaba como odiaba que su papá usase esas tan intensas. Pero la de este chico era tentadora y como todo él, atrayente. – no puede ser – le oyó susurrar y su corazón dio un salto. Se molestó y quería decirle que a ella también le molestaba estar junto a él, pero no dijo una palabra. 
Flynn dejó las hojas sobre las mesas. Ninguno de los dos hizo nada. Mackenzie se decidió a tomarlas primera, entonces él se apresuró y las agarró antes que ella. Sonrió. Sonrió porque sabía lo que eso causaba en las personas. Pero Mackenzie solo resopló y se le quitó las hojas de las manos. Él no entendió como pudo haberse distraído. Ella comenzó a leer mientras sentía como él la miraba fijamente.


-El papel – dijo la muchacha rápidamente.
-¿Qué? – dijo él confundido.
-Que leas el papel.
Lo inclinó hacia él y ambos leyeron.
Era una historia simple.
Cuando todos terminaron, Flynn tomó la palabra.
- Bien, lindo eh? Eso mismo quiero de ustedes, algo lindo. Tómense su tiempo como ya dije. Conózcanse. Superficial y profundamente – Flynn sonreía – Crezcan. Amíguense. Y escriban lo que les salga. Pero aprendan de ello – los alumnos se miraron entre si. Flynn se había vuelto loca- Estoy cansada al igual que ustedes, de decirle lo que deben hacer. Hagan lo que les plazca. A trabajar. Comiencen por llenar las fichas que les mandé por mail.
A regañadientes todos los alumnos asintieron y comenzaron a hablar entre si.
- Bien – dijo él – ¿empezamos? – Mackenzie miró hacia la ventana y luego hacia Gwen que estaba entretenida hablando con Tifanny. Ellas se llevaban bien. Las envidió.



- Si.- Debía hablar sobre su vida con un extraño y eso la ponía muy nerviosa. Su vida era su vida, era algo confidencial, algo frágil. - Primero nuestros nombres.
Él sonrió.
- Anthony Wheeler – dijo mirando la pantalla de la portátil. Ella tipeó rapidamente y él se acercó mas, apoyando su codo en la mesa y tratando de quedar lo mas enfrentado a ella como le fue posible - Pero puedes decirme Tony – dijo mirandola fijo.
- Tony – repitió ella – Mackenzie Morton - escribió su nombre.
- Pero puedo llamarte … - dijo Tony sonriendo demasiado cerca como para no hacerla sentir incomoda.
- No, no puedes – dijo mirándolo
- Tu no decides sobre eso – él le dio un guiño . Él hacia esto con todas, se dijo a sí misma.
- Bien – resopló ella y miró el monitor – Mackee. ¿Contento?
- ¿Porqué lo estaría?
Mackenzie se pregunto si él era así de contradictorio siempre. Si lo era, realmente estaba en problemas. Trató de simular su fastidio. Pero él siguió hablando.
-Tu deberías estar contenta, no yo. – se quejó mirando hacia delante serio.
-¿Y eso porque? – lo miró confundida. Su rostro estaba tenso, como si estuviera pensando realmente en ello. Pero luego se suavizó y la miró con una sonrisa arrogante.



-Pues, porque genero esa sensación cuando estoy cerca de cualquier persona
A Mackenzie le dieron ganas de reír y de pegarle un puñetazo en medio de su rostro para que se le quitara lo soberbio. Aunque bien podría haber sido una broma, un chiste que de cierto tenia mucho. Cualquiera estaría contenta de tenerlo a su lado, si. Pero a ella le valían nada las personas así.
-Puede que yo no sea cualquiera – se limitó a decir la muchacha – Puede que me provoques exactamente lo contrario a felicidad.
-Eres muy contradictoria – dijo Tony mirando al suelo.
-¿Yo? ¿Qué dices?– preguntó indignada. Él era el cambiante. Él, que en un momento parecía tan abrumado y confuso, frágil. Esa parte que le interesaba. Y esa otra parte suya, que aborrecía. Esa pinta de egocéntrico que se llevaba a todo el mundo por delante. No negaba que tenía atributos para creérsela, pero no debería hacerlo. No era correcto.
El sonido del timbré le hizo dar un respingo.
-Lo digo porque dices eso …- dijo Tony levantándose y dándole la espalda. Ella lo observó, distinguió sus músculos marcados a través de su camisa que sin duda mostraba el buen físico que llevaba- y luego te me quedas así, mirando atontada, como en este preciso momento.

Ella no dijo palabra y se quedó allí sentada mientras él se alejaba, preguntándose cómo había sido capaz de decirle eso. Se detestó por ser tan obvia. Una mezcla de bronca y vergüenza la hizo sonrojar, por suerte nadie la vió.
Ella se levantó y caminó hacia la puerta de salida del salón y pudo ver a unos metros como Kerry tomaba a Tony por sus caderas. Inexplicablemente le dio una punzada leve de envidia, viendo a la rubia abrazando lo que momentos antes había estado apreciando ella y tenido tan cerca. Se sentía ridícula. Finalmente se alejó hacia la otra dirección.

Tony intentó sacarse con tacto a Kerry de encima pero fracasó. Mientras tanto, Will y Zack se burlaban sin límites de él.
-Felicitaciones socio, te ha tocado Morton. Es un gran logro. – manifestó Zack riéndose.
-Ten cuidado, no vayas a tener un accidente con tu moto. – agregó Will.
-¿De que hablan? – preguntó Tony perdido.
-Morton es extraña. Muy y déjalo así. – Se apresuró a contestar Kerry.



-Si, es rara pero que está buenísima no lo puedes negar. – dijo Will hacia Zack.
-¿Que tienes en los ojos? – preguntó este.
-Tu dices eso porque te rechazo – se burló Will.
-A ti también. – replicó su amigo.
-A todos nos rechazo alguna vez.- concluyó resignado otra vez Will.
-Son unos idiotas. – manifestó Kerry enojada.
-Apuesto a que a ti Tony, también te rechaza. – desafió Zack ignorando a la rubia.
-Lo dudo. – contestó Tony ligeramente.
-¿Quieres jugar? – preguntaron al unísono ambos muchachos.
Tony no lo pensó dos veces. En verdad, no lo pensó ni siquiera una, porque si lo hubiese hecho quizás no habría dicho lo que dijo.
-Bien
-Ok , espera. Lo filmaré. Si logras ligar con ella, te ganaras… déjame pensar… - dijo Will pensativo.
-Olvídenlo, es ridículo – protestó Kerry . Ella no podía siquiera soportar la idea de que Tony se acercara a Mackenzie. Ya se estaba aguantando bastante todo el asunto del trabajo que Flynn acababa de otorgarles. De cualquier modo, nadie le hizo caso.
-Una vuelta con la motocicleta de mi padre, me matará pero … ¡que mie rda!
Tony aceptó y comenzó a grabar la apuesta.


Capitulo 6

Al día siguiente, las amigas se juntaron por la tarde a tomar un frappuccino. Tomaron el autobús y se sentaron juntas. Mackenzie observó a Gwen que cada vez lucía mas impaciente mientras revisaba su bolso.
- ¿Qué te sucede? – preguntó con seriedad Mackenzie.
- Vas a matarme. He perdido los cupones.- confesó Gwen - Yo… también me falta mi pulsera, la tenía por aquí hace unos días. 
- ¿Las tenías por allí hace unos días y nos has revisado hoy al salir? ¡Gwen! – protestó Mackenzie.
- Lo lógico sería que estén aquí ¿no? – preguntó Gwen a su amiga que la estaba mirando seria. – Diablos – exclamó recordando algo – Yo se donde están ¿Podríamos ir por ellos? 
- Gwen estamos viajando – dijo Mackenzie.
- Si pero, dos paradas mas y estamos bien para buscarlas.
- ¿En dos paradas? ¿Cómo sabes que están allí?
- No hay tiempo, ven!
Una vez abajo del autobús, Gwen se encamino rápidamente sin decir una sola palabra a Mackenzie que la siguió confundida.
Llegaron a un playón a una cuadra de la avenida de donde habían venido. Había un grupo de chicos con sus motocicletas, nadie conocido. Cuando Mackenzie cayó en la cuenta de donde estaba se paró en seco y sujeto a su amiga del brazo.
- ¿Donde diablos me has traído? – preguntó histérica.
- Calmate ¿Quieres? Es solo una reunion, debo encontrar al muchacho de la otra noche. Creo que el me sacó mis cosas.
- ¿Cómo que crees, no te diste cuenta? – Mackenzie estaba mas nerviosa que antes.
- Lo lamento, tenia que recuperarlas y si te decía desde antes no me hubieses acompañado. Me las quitó mientras hablábamos y no fue hasta el viernes que escuche a Zack y Will hablar de hoy. 
- Solo ve y búscalo, irás sola. 
- Claro , espérame.
Gwen se alejó y Mackenzie trató de alejarse de la vista de esas personas que la hacían sentir tan nerviosa. La muchacha llevaba el pelo suelto y se había vestido para una tarde con su amiga. Lucía bien y eso no lo tardaron en notar algunos de los motoqueros que estaban en el lugar. Todos eran jóvenes, incluso llegó a distinguir a varios ex alumnos de su instituto. Ahora no todos eran extraños.
Escuchó un silbido del grupo y rodó los ojos rogando porque Gwen se apurara. 
Su amiga ya había dado con el chico que le había robado sus cosas. Aquel muchacho que la había parado la noche del partido. Joshua, así se llamaba o al menos eso había dicho él. 
- Sabía que te vería – dijo él sonriendo – Aunque no esperaba que fuera aquí.
- Devuélveme las cosas que me has quitado
- Esta bien, pero… antes dime tu nombre – exigió él.
- ¿Haz hecho esto solo para saber mi nombre y verme de nuevo? – preguntó entre risas la pelirroja.
- No sabía que eras así de creída.
- No sabes nada de mi. Eso es dulce de todos modos, pero dámelas en serio. Mi amiga no puede estar mucho tiempo aquí, es algo serio.
- Toma – dijo Joshua tendiéndole la pulsera y unos papeles – Pensé que podríamos salir un día de estos ¿no?
A Gwen le gustaba, era un muchacho muy atractivo pero ese pensamiento se cortó de inmediato.
- Lo lamento. Estoy enamorada hace años de un profesor de mi escuela. Es algo complicado de olvidar ¿Sabes? Tu – dijo con intención de cambiar de tema – no te imaginas que importante eran estos papeles. Son cartas de una amiga, si ella llega a saber que las perdí me matará.
- Demasiada información. – solo dijo él un poco desilusionado. 
- Me llamo Gwen. Quizás algún día, cuando me resigne…
- Te tomo la palabra – dijo él sonriendo.

Mientras tanto Mackenzie se impacientaba aun más. Tres muchachos que estaban cerca de ella se acercaron cuando notaron su presencia. La empezaron a intimidar pero Mackenzie no se inmutó, solo el viento hacia que su cabello flameara libre. La acorralaron , pero ella siguió sin mirarlos cuando sintió una voz masculina que no pertenecía a ninguno de esos tres.
- Lárguense de aquí - exclamó Tony a los muchachos y estos se fueron a regañadientes. Mackenzie los miró irse sorprendida. Le temían, lo respetaban, pero ¿Quién se creía este tipo? De cualquier forma, se sentía agradecida.
- Veo que no aguantabas hasta el lunes para volver a verme – dijo Tony soberbiamente, Mackenzie no lo miró, pusó su mirada en Gwen que venía a lo lejos sonriendo tontamente.
- ¿Sabes que es peligroso que vengas a estos lugares? De todas formas se aprecia que hayas venido por mi. – la miró por completo y esto a ella la inquietó. – Eres …
- No vengo por ti, es por alguien más pero ya me marcho. 
- ¿Qué?
Gwen se acercó a ambos pero Mackenzie comenzó a irse. Gwen se encogió de hombros y saludo ligeramente a Tony. Ambas se marcharon. Tony quedó con las palabras en su boca. Se sintió mal. Algo desde el día anterior lo tenía molestando. Algo que él había hecho y de lo que se estaba arrepintiendo.