jueves, 16 de diciembre de 2010

Capitulo 2

El despertador sonó por séptima vez esa mañana. Quizás haya sido por la conversación con Sara la noche anterior o porque la temperatura había descendido, pero la idea de levantarse le daba malestar. La décima vez, se levantó. Se puso una blusa gris con mangas largas y sus jeans. Luego su abrigo y la bufanda. Ató su largo cabello castaño con una coleta como lo hacía a diario. 
Salió de su casa hacia la escuela sintiendo que el viento helado le cortaba la piel.
Cuando llegó , se fastidió por la cantidad de alumnos por doquier. Esa era una característica sobresaliente del Instituto al que asistía, el número de estudiantes era alto.
Ya entrando en el recibidor recordó que no había terminado con el trabajo de astronomía a causa de la charla con Sara. Lo había olvidado ¿Había alguna posibilidad de que nadie la viera y volver a su casa? En el momento en el que retrocedió decidida a marcharse, chocó con alguien.
- Señorita Morton creo que iba en la dirección equivocada – dijo la persona con la que se había estrellado. Mackenzie la miró con fastidio unos segundos sin decir nada, entonces la persona la golpeó en el brazo- ¿Cómo te atreves a mirarme así? Te levantaste de malas eh? – Mackenzie se dio vuelta ignorándola y caminó hacia el pasillo – Hey, no me ignores. ¿Hice algo para que estés así? – La muchacha se paró en seco. Era verdad, no tenía la culpa de nada. Se giró.
- Lo siento Gwen – dijo y trató de sonreír, pero le salió una mueca extraña.
- Vaya ,que falso se vio eso – dijo su amiga mientras se arreglaba sus rebeldes rizos rojos.
- Lo sé,¿por si acaso hiciste…?
- ¿El trabajo que tu no? Seguro.- Gwen sacó un sobre de su bolso y se lo tendió.
- Gracias – dijo Mackenzie sintiéndose un poco apenada. Era verdad, le solía pasar eso y Gwen siempre había compartido sus tareas con ella. Le debía demasiadas ya – Algún día te devolveré todos los favores.
- Si , no sueño tan alto – contestó su amiga. Ambas rieron y fueron hacia su apartado y solitario salón. Las ventanas estaban cerradas, pero un vidrio había sido roto esa semana. Un rápido arreglo no evitaba que el frío se colara entre las hendijas de todas maneras. Uno de sus compañeros, Will, recortaba pedazos de papel y los metía en los huecos desnudos. Él vestía de negro, como el resto de su pandilla. Gwen solía llamarlos el lado oscuro, o mas bien ‘The Dark Side’, en ingles. Existía bastante antipatía con ellos.
Pronto el aire gélido en el salón dejó de circular.
La inútil estufa de pared se encontraba encendida y un ligero olor a gas se podía apreciar en el aire. 
- Moriremos asfixiados – dijo Mackenzie mirando el calefactor.
- Me apetece mas que de hipotermia – dijo Gwen sentándose a su lado en uno de los bancos. 
De a poco el salón se lleno de alumnos , para entonces ya no hacía tanto frió allí. 
El señor Clark, su profesor de Biología, que recién había ingresado al aula, traía una camisa a cuadros roja. El solía vestirse de forma ridícula desde que Mackenzie recordaba.
Comenzó a dar la lección del día y Mackenzie se las arreglaba para copiar el trabajo de Gwen sin ser notada.
A medida que escribía, las palabras de Sara se le venían una a una a la mente ‘no se trata de olvidar a tu padre, ni de reemplazarlo’ <y entonces ¿de que?> pensaba. No cabía otra posibilidad, el hombre de su vida debía ser por y para siempre su padre. La puerta del salón se abrió. < ¿Cómo podía venir alguien mas a ocupar ese puesto sin que debamos olvidarlo o reemplazarlo?> Ella no lo haría, definitivamente no. Seguía escribiendo y pensando. Estaba defraudada por Sara. ‘Se trata de seguir adelante’ <¿Cómo eso me ayudará?> Pensó una vez mas. Ella había seguido adelante sin tener que pasar por algo así. Al menos eso creía. Esto solo empeoraría las cosas para ella. ‘Nadie nos lo quitará del corazón’ 
-tss tss- sintió el codo de Gwen en su brazo. 
-¿Qué? – preguntó Mackenzie un poco fastidiada sin levantar la vista de su trabajo.
-¿Crees en el amor a primera vista? – le preguntó su amiga. 
-¿De que hablas? – La muchacha miró a Gwen y al parecer su voz salió más fuerte de lo que pretendía. 
-Sucede algo señoritas? – preguntó la Directora Baxter parada al pie de la pizarra, con los brazos cruzados y su ceño fruncido. A su lado se encontraba el Señor Clark, entrecerrando sus ojos para ver mejor, dejando olvidados sus lentes en el escritorio; pero había alguien más. Cuando lo miró, sintió de repente, que el aire se había tornado infernal.


- Nada grave, no se preocupe – la voz de Gwen se sintió lejana.
La Sra. Baxter puso los ojos en blanco.
- Muy bien – comenzó a hablar. Saliendo de su hipnosis, Mackenzie sintió como el pie de Gwen aplastaba con rabia el suyo y tuvo que reprimir un gemido. La miró irritada pero se dio cuenta que debía haber sido mas disimulada antes así que se lo dejó pasar. Volvió a enfocar su mirada con cuidado hacia el frente.
- Se que es extraño recibir alumnos nuevos a esta altura del semestre, ya llevamos un mes de clases, pero por distintas razones el señor Wheeler a partir de hoy será su nuevo compañero – comunicó su directora.
Estallaron las miradas furtivas entre las chicas, las risitas por lo bajo, el murmullo y el recelo en los ojos de algunos estudiantes. Gwen diría algo como ‘está sublimemente caliente’ ella solía hablar así de extraño. Y Mackenzie le daría la razón, sin que la escuchara.
Algunos mechones del cabello castaño oscuro del chico caían sobre sus ojos azules. Parecía un poco alborotado. Estaba ignorando las palabras de la Sra. Baxter, mirando indiferente hacia la ventana. Traía puesta una camisa gris un poco arrugada con las mangas dobladas hasta el antebrazo y unos Levi’s negros. Sobre su regazo llevaba una chaqueta de cuero negra. Si, era muy atractivo. Demasiado. Lucía como esos pandilleros de las películas. Mackenzie pudo distinguir en uno de sus brazos descubiertos, una pequeña cicatriz.
La directora le mostró un asiento vacío en el fondo. Caminó hasta allí con aire despreocupado. Su rostro se mostraba rígido y perfecto. Hermoso. Algunos suspiros salían de algunas bocas sueltas. Y los valía.
Cuando estaba a punto de sentarse, atrapó la mirada de una muchacha rubia sentada en la fila de la derecha, justo al lado de la de él, y esta se la mantuvo. Luego él sonrío, de la manera más seductora y perversa que pueda existir y le dio un guiño. ‘IDIOTA’ pensó Mackenzie. Kerry, la chica rubia, no estaba en su lista de mejores afines y cualquiera que congeniara con ella, por lo general no era tampoco de su agrado. Además, ella era una de las que mandaba sobre la pandilla de los dark-side. En realidad, no solo tenía poco afín sino que prácticamente habían sido enemigas desde el Kinder. Kerry realmente la odiaba y Mackenzie con el tiempo aprendió a no quererla. Se sintió un poco decepcionada, preguntándose porqué siempre debían terminar con ella. De todos modos, él ni siquiera la había visto. Sacudió la cabeza para alejar ese pensamiento. Que caso tenía de todos modos.
Al término de la clase de biología, las dos amigas se sentaron en una de las mesas del comedor.
-Podrías haberte copiado aquí – dijo Gwen.
-La comida es sagrada – le respondió Mackenzie entretenida abriendo el paquete de su alfajor de chocolate.
-Evitando la comida de la escuela uuh? Buen plan. – Gwen apoyó los codos sobre la mesa y se arrimo a ella -Escucha, puedes negarlo, pero nadie me quitará la idea de que el súper bombón nuevo, probablemente el mas apuesto de la escuela en todos sus años de existencia, te ha robado un suspiro al menos.
- No
- Como dije, puedes negarlo pero no cambiará en nada – dijo Gwen acomodándose en su asiento.
- ¿No acabaras? – Mackenzie se inquietó.
- Mac, te pones nerviosa, no es buena señal – dijo la pelirroja sonriendo.
- Tú me pones así.
- OK – dijo Gwen ,al fin bufando – como quieras. Ese chico, es un sueño – ya no le estaba hablando a su amiga. Sus ojos se desviaron sobre sus hombros.
- Tu… - dijo la muchacha mirando a Gwen - Es un consejo. No te metas con él. Solo míralo… bueno OK, ya lo estás mirando – Mackenzie chasqueó los dedos en el rostro de su amiga dos veces- se que es malo juzgar por las apariencias pero no es difícil adivinar como es. Esta fuera de nuestro alcance – dijo Mackenzie un poco desanimada con la idea, pero intentando ser realista.
- Ahora si me has ofendido. ¿Cómo puedes subestimarme? Yo solo puedo pensar en una persona – dijo Gwen. Mackenzie no tardó en entender.
- Mierda, lo sabía – protestó la muchacha irritada.
- No lo hacías – dijo Gwen.
- Como sea. No lo hagas. En serio. No sos buena actuando como cupido, no harías ningún bien. No me interesa.
- Vamos, él no te ha visto aun. Si le dieras oportunidad. Por que, POR DIOS! Solo mírate. Esto un verdadero desperdicio – Gwen la miró entera. Ella siempre la había envidiado sanamente. Mackenzie era una muchacha preciosa. Ella era fuerte, tenía carácter. Era divertida, inteligente y hermosa. Su amiga siempre lo había dicho. Claro, Gwen no se quedaba atrás pero estaba segura que ella no llegaba a tanto. Por supuesto, a Mackenzie eso nunca le pareció así. Odiaba ese tipo de comentarios.
- He dicho que no – si algo de su ira se había transportado a su rostro, Gwen lo noto.
- OK. OK. No me lastimes. Él es una mala idea. Lo sé. Pero alguien mas quizás…
- ¡Para ya! – le gritó Mackenzie.



- No pararé. Creo que es hora de hacer algo por ti – insistió su amiga.
- No, te equivocas. ¿Sabes? – Mackenzie corrió la silla hacia atrás y se puso de pie al tiempo que juntaba los envoltorios vacíos- Cuando entiendas que estoy bien así como estoy, vuélveme a hablar.
Se giro hacia el bote de basura que se ubicaba al final del patio, cerca de los pasillos. Era inevitable enfadarse con ella. No era como si hubiese sido la primera vez que discutían sobre el tema. Y las relaciones forzadas nunca funcionaban. Menos con Mackenzie. Menos con él. O con quien fuese. Mala idea. Gwen nunca debería haberle dicho eso. Ahora tenía la cabeza en otro lado, en el campamento. El verano. En esas cartas anónimas de a quién no llegó ni a verle la cara. Ni llegó a conocer su nombre. Y se preguntaba porque así y todo seguía importándole tanto. Pero ¿que importa la apariencia? ¿Qué importa el nombre?



A ella no le importo. ¿Por qué querer olvidarlo? Si. Seguir con su vida amorosa significaba que ese acontecimiento solo había sido algo más. Y no lo fue. No lo podía dejar atrás. No… Sintió un liquido frío en su brazo. El vaso tirado en el suelo y alrededor la Coca-Cola derramada. Kerry estaba parada allí en frente, rebajándola con su mirada en frente de todos. No era precisamente la persona con la que le encantaría compartir un choque como este. Ya se lo había hecho antes. La primera vez Mackenzie se había apenado. Pero ahora ya se había acostumbrado. Podría haberla ignorado y seguir adelante, podría haberle preguntado que tanto miraba. Podría haberse reído por lo ridícula que se veía así vestida de negro. Demasiado para venir al instituto. Podría simplemente haberle pedido disculpas y olvidarlo. Pero no hizo nada de eso.
Wheeler o como fuera su nombre, estaba parado justo detrás de la blonda. Serio, con la cabeza baja. Talvez la situación no le parecía merecedora de su atención. De todas maneras Mackenzie agradeció aquello. Y por alguna razón se hubiese puesto mas nerviosa si él se reía de ella también. Bueno, ¿Quién no? Se quedó allí parada, observándolo. Kerry se percató de ello.



-Hey, torpe! ¿Qué miras? – dijo con su irritante voz aguda – Estoy esperando tus disculpas.
Mackenzie no podía dejar de mirarlo. Se veía tan preocupado, tan diferente. Tal y como la primera vez que lo vio, perdido con su mirada en la ventana, antes de arruinarlo todo relacionándose con Kerry. Algo más. Kerry se impacientó y pateó el vaso de gaseosa hacia Mackenzie. Este pegó contra la silla a su lado. Mackenzie sonrió.
-Vaya, fallaste – La muchacha pasó al lado de la rubia sin mirar a nadie mas. Se sentía cansada. La conversación con su madre, la discusión con Gwen y ahora esto. Llevaba ojeras bajo sus ojos. Sin duda no estaba teniendo un buen día.
Se percató de que él había seguido sin mirarle.
Siguió caminando cuando miró de nuevo hacia atrás. Él ya no estaba allí. En ese instante sintió algo, miró hacia su blusa gris y vio la gran mancha naranja chorreante en el medio de su estomago. Frío. Levantó la mirada y los estudiantes comenzaron a reir. Wheeler tiró el vaso en el cesto alejándose de la escena. Los chicos canturreaban el nombre del chico. Mackenzie estaba paralizada. Entre la rabia, la vergüenza y la doble rabia. Él solo se fue sin decir nada.


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