jueves, 16 de diciembre de 2010

Capitulo 12

Había pasado ya casi una semana de la dichosa cena. Y no había sentido nada especial. Bueno, nauseas, todo lo que le molestaba le daba nauseas pero no fueron nada de otro mundo. Conocer a Steve había encabezado la lista de pesadillas de la muchacha de dieciséis años. El tipo le caía mal, nada que hacer con eso, pero se había esforzado, de cualquier forma no quería saber más de él. 
Era viernes y Mackenzie estaba sola. Como de costumbre. Decidió salir por unas golosinas. En la oscuridad de la noche se podía apreciar con cautela el murmullo de los bares, discos y las fiestas en las casas. Noche de juventud. También estaban esas carreras de motos en la vieja estación. Noche de idiotas. Sabía que mal terminaba todo. Peleas, alcohol, accidentes y quien no dice que alguno de esos suicidas locos no haya perdido la vida allí. Ese tipo de cosas no se hablaban, eran mala reputación para el pueblo. Pero todos lo sabían. Noche de hipócritas. 
Mackenzie caminaba al borde de la calle. Nada de autos. Nada de personas. Nada de diversión. De pronto vio el suelo. Otra vez se había chocado con alguien, en realidad eran muchos. Y corrían cantando, riendo, insultando. Eufóricos, con aroma a alcohol y otras cosas.
- Oye niña ven a divertirte conmigo – le dijo uno de los jóvenes 
- Idiota – dijo Mackenzie levantándose del suelo. Luego otra manada de jóvenes, esta vez parecían demonios culminando el juicio final. Demonios adolescentes. Mackenzie no se lo podía creer. Uno tenía sangre en su remera y murmuraba cosas inentendibles. Se habían peleado y justo enfrente de su casa. Decidió esperar tras unos arbustos hasta que todos desaparecieran de allí. A la luz tenue de la luna solo se podía ver ya la silueta de alguien sentado en los escalones de la puerta de su hogar. Cuando se acercó supo de quien se trataba. De todas las casas en donde podía haberse sentado a descansar después de una pelea debía ser la suya.
- ¿Te sientes bien? – preguntó Mackenzie. Tony tenía la cabeza entre las manos. Pensó en mandar al diablo a la entrometida, fuese quien fuese pero decidió mirar antes. Se sintió aún peor. 
- Si, no es nada.
-Oh, pero parece todo. Te ves mal – Mackenzie meditó acerca de aquello, si tenía rasguños pero se seguía viendo atractivo como siempre. Luego recordó lo que le había hecho – Fatal diría, es mas nunca había visto que alguien terminara tan …
- Ok, ya entendí. ¿Por qué no te vas a divertir por ahí eh?
- No salgo. No me gusta mucho.
- Eres extraña. Ve a casa entonces. – dicho esto, Tony se acostó hacia atrás y apoyó la cabeza en la alfombra de la puerta.
- Eso quisiera pero tengo a un vago ensangrentado enfrente mio que me impide pasar.
- Esta.. tú.. mierda! Sabes que eres la única que tiene tapete en todo el vecindario?
- Si. Mi madre es rara. Y tiene costumbres aun mas...
- Pensaba dormir aquí. 
- ¿Qué? ¿Y porque no en tu casa? Dime brillante, pero solo es sentido común.
- Graciosa. No quiero llegar así y que mi madre me de un sermón. Pensaba llegar mañana por la mañana cuando ella no esté y arreglar esto – Se señaló la ropa arrugada y sucia. – Así que ¿puedo?- Mackenzie lo miró detenidamente.
- Definitivamente no. Ni hablar. No voy a dejar a alguien durmiendo en la puerta de mi casa.
- Eso pensé. Sabes gracias de todos modos – dijo fastidiado 
- Pero puedes quedarte adentro – dijo la muchacha. Tony la miró asombrado.
- Me estás invitando a pasar la noche contigo? La del tapete extraño no dirá nada?
- Sara está fuera el fin de semana. Y no pasarás la noche conmigo, lo haras en el garage ok?
- Ok. Pero te fías de que no haré nada.
- Cerraré con llave la puerta que comunica la casa con el garaje . Y no podrás robarte nada tampoco porque allí no hay nada mas que cosas mías. 
Lo llevó hacia el lugar. Al entrar Tony miró las chucherías de niña colgadas por ahí.
- Y te advierto, es mi lugar entiendes? Si rompes algo te haré pagar el doble, y si te niegas te denunciaré. Tu no sabes de lo que soy capaz.
- Eres mas hermosa cuando estas encabronada. – Tony la miró a los ojos. Mackenzie le sostuvo la mirada.
- No lo estoy. 
- Vaya, puedes serlo aun mas entonces?
- No hagas ruido. Quiero dormir ¿si? Adiós.
Después de dar cien vueltas en la cama , la chica decidió ir por café. Traía puesto unos pantalones cortos de dormir y una sudadera. 
Se sentía mal. Su madre estaba pasando el fin de semana vaya a saber donde con Steve y ella estaba allí, sola… o peor aún, con el chico que le rompió el corazón durmiendo en el garaje. ¿Y que con eso? Estaba allí porque había quedado fatal luego de una pelea.
Preparó el café sobre el pasa platos
Quería gritar, llorar o reírse. Esas sensaciones que le invadían cuando estaba vacía. Como si todas sus defensas vinieran a combatir juntas ante el ataque enemigo. Así se sentía, con una guerra en su interior. Caminó hacia la puerta trasera de la cocina y tomó el servilletero que acababa de arrojar con rabia. 


Lo acomodó en su lugar y se dejó caer precipitadamente contra la puerta. La muchacha, allí sentada, con la cabeza entre sus rodillas y sus manos hundidas en su cabello, oyó unos golpes en su espalda. Se maldijo por haber hecho tanto ruido.
-Hey ¿que haces? - la voz de Tony se escuchó demasiado cerca. Debía de estar apoyado contra la puerta él también. Vaya coincidencia.
-Me monto una fiesta de café feroz, consiste en arrojar servilleteros a las paredes antes de tomar un capuchino.
-Así que… tu ahogas las penas en café. Y es por eso que no puedes dormir.
-Y tú que eh?
-Debe ser que emana de allí mucho aroma a cafeína y eso ya me ha suprimido el sueño.
-¿Quieres un poco?
-Estoy esperando a que te dignes a dejarme pasar.
La muchacha quitó el cerrojo y se arrastró hacia la otra pared para darle espacio a pasar.
-Ya puedes entrar – Tony abrió la puerta y la miró curioso. Todavía estaba en el suelo.- no te acerques. Todavía siento que quiero golpear a alguien – se justificó seria. Tony sonrió y se perdió en esa imagen. Mackenzie le pareció aun mas hermosa sin maquillaje y despeinada como estaba.
-Hay café en la encimera. Mételo en el micro que lo tomamos en el desayunador.
-¿El pasaplatos?
-Ves esos bancos de allí – señaló la chica a través de la puerta del garaje a unas banquetas altas de madera que estaban agrupadas en una esquina.- Si los pones allí parece desayunador.
-OK.



Tony hizo todo lo que la chica le demandó y no pudo evitar distraerse al tomar los bancos de madera, con la rueda de la moto que estaba bajo una lona amarilla. Decidió no preguntar. Mackenzie no era de esas chicas, como Kerry, no se la podía imaginar así.
Él le tendió la mano a la muchacha y esta se la quitó.
-Yo puedo. Gracias- dijo ella
Ambos se sentaron - uno del lado de la cocina y el otro de la sala – en el desayunador y vieron el microondas girar. Cuando estuvo listo, comenzaron a beber sin decir palabra. Tony observó en silencio a Mackenzie. Vio su mirada perdida en la oscuridad de la sala detrás de él. Decidió hablar.
-¿Qué va mal Mackenzie?
- Quema.
- Si. Hablo de eso de lo del servilletero. Yo tengo una bolsa de boxeo en mi alcoba para ese tipo de fiestas.
- Ya – dijo la chica suspirando – y el rostro de esos imbéciles de hace un rato.
- Si. Sobre eso no quiero hablar – hubo un minuto de silencio.
Mackenzie bebió un sorbo de café y suspiro. Habló mirando la taza.
-Sara, la del tapete extraño, sale con un tipo y el tipo a mi no me cae bien. O no lo sé. Simplemente no creo que esté bien lo que hace ella – hubo otro silencio. Esta vez habló Tony.
-Estoy peleado con mis padres. Cuando se separaron ambos han sido unos idiotas, en especial mi padre. No puedo ni siquiera verlo – tomó un trago – Es lo que te espera cuando tu padre sepa que tu mama lo engaña – afirmó Tony de manera efusiva. Mackenzie lo miró sonriendo.
-Creo que entiendo lo que sientes – dijo ella.

-¿Si? ¿Que tu padre te abandone y luego quiera ser alguien en tu vida? – preguntó irónicamente.
-Bueno, solo la parte de estar sin un padre. –respondió ella tomando otro sorbo.
-¿Ellos ya están separados? Eso cambia las cosas – Tony la miro y notó en su rostro algo extraño..
-Mi padre falleció hace dos años – solo dijo ella. Tony sintió morirse por dentro, que idiota se sentía. Le hubiese gustado abrasarla en ese momento pero los separaba el pasaplatos -desayunador y muchas otras cosas, de todas formas no se hubiese atrevido. La chica siguió hablando – pero estoy bien y Sara también, solo que ahora está este tipo… - y Mackenzie le contó todo. Como fue que se lo había contado antes del verano. Como se había rehusado a conocerlo. Como no había sentido nada al verlo y el desastre que fue esa cena. Tony la escuchó sin animarse a interrumpirla, le gustaba estar allí oyendo el sonido de su voz. Como se enredaba al hablar demasiado rápido y como debía tomar aire luego. Todo de ella le parecía especial y le maravillaba. Desde el felpudo de la entrada hasta cada una de las sonrisas que ella le regalaba. De hecho, ella casi nunca sonreía, entonces debía sentirse afortunado pero se volvió a sentir mal.
-Y como fue que llegaste aquí – le preguntó ella sacándolo de su ensimismamiento.
-Yo nací aquí. Luego nos mudamos. Y cuando se separaron , mi padre se volvió para aquí. Luego de unos años mi mama quiso que nos mudemos otra vez aquí para estar cerca de él.



-¿Tu madre quiere estar cerca de él?
-Por trabajo. Si.
-Oh.
-Me quedé pensando en como lo trataste al novio de tu madre. Fuiste algo dura.
-Estaba de mal humor. Es mas ese día un idiota me había tratado pésimo en la cafetería. Si de hecho fue el lunes pasado
Eso dolió. Recordaba como había tratado de aparentar frente a sus ‘amigos’ maltratándola. Ambos se quedaron sin palabras. Mackenzie se sintió incomoda, a ella también todavía le dolía un poco.
-Ya me dio sueño

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