jueves, 16 de diciembre de 2010

Capitulo 4

- Oye, es sábado – insistió una vez mas. 
- No me había dado cuenta – dijo la muchacha con ironía.
- Es solo un juego de football ¿Qué daño te hará? – la voz de Gwen suplicante.
- Como sea – contestó rindiendose.
Luego de colgar se acercó al espejo y se ató el cabello como siempre. Se sentía bien. Tomó su reproductor de música y salió de la casa para encontrarse con Gwen.
El partido de football se iba a desarrollar en el club publico de la ciudad. Un mini estadio al aire libre que quedaba cerca del Instituto. 
A pesar de que era organizado por todos los Estudiantes de allí, el evento estaba desvinculado de la Escuela. 
Gwen y Mackenzie llegaron al lugar cuando ya estaba anocheciendo. El aire bastante fresco aunque agradable. Las muchachas caminaron hacia las gradas y buscaron el lugar que mas les satisfacía. A Mackenzie le daba igual, no miraría el partido. Se sentaron y de pronto las personas fueron llegando de a montones. En pocos minutos el campo estaba repleto y la oscuridad había copado el cielo. Los reflectores fueron encendidos y todos alentaron este hecho. Mackenzie aprovechó esto y se colocó los auriculares en los oidos. Luego llegaron los equipos y el partido comenzó. 
Realmente estaban todos allí, bueno, casi. Y lo agradeció. Subió el volumen de su reproductor al máximo y trató de distraerse en la música. Gwen de vez en cuando le echaba un vistazo. Cabizbaja disfrutaba en silencio de las melodías y solo se inquietaba cuando alguien hacía algún movimiento brusco de protesta o festejo. 
El tiempo transcurrió tranquilo, sin sobresaltos.
Decidió levantar la mirada y observar a los jugadores en movimiento. Eran geniales concluyó. Muchos de ellos compañeros suyos. Miró al cielo estrellado, meneando la cabeza por la música. Observó el lugar casi sin importancia cuando, al mirar a un costado del campo, notó un movimiento extraño. Miró curiosa nuevamente, pero no había nada allí. Volvió a acomodarse en el lugar, pero no pudo evitar volver a mirar. Y allí estaban. Un grupo de motocicletas observaban alejados el evento. Nadie alrededor suyo pareció percatarse de aquello. La música seguía sonando en su oido sin sentido ya. Miró mas fijamente con la intención de distinguir quienes eran , pero llevaban puesto el casco y eso lo impidió. 
Trató de relajarse y miró hacia el frente. Luego hacia abajo e intentó concentrar su atención en el partido o en la música olvidada. Lo hizo solo por un momento porque pudo advertir que las motos ya estaban mas cerca. Y fue justo en ese instante en el que lo vio. Llevaba puesto el casco, pero sabía que era él. Un poco mas adelante que el resto. Asi lo habían designado: El nuevo lider. A él, con quien no había tenido contacto hacía semanas, desde el incidente en la cafetería. Pero había algo que la perturbaba aun mas. La estaba mirando de frente. No veía su rostro pero ella lo sabía. Se lo quedó mirando un rato, tratando de entender que era lo que estaba sucediendo. Nuevamente advirtió que nadie si quiera había notado su presencia.
Él la miró fijo también, la contemplo. La diferenció del resto, no era muy complicado hacerlo. Ella era distinta. Aunque aun no entendía la razón , ella lo era.
Los motores aceleraron y él dio la indicación de alejarse. 
Mackenzie los perdió de vista rápidamente. Se sintió un poco decepcionada pero a la vez aliviada. Su presencia le ponía los pelos de punta.
El partido estaba en su punto máximo de fervor. Los jóvenes alentaban entusiasmados. Mackenzie siguió sumergida en su reproductor. Luego observó el show de las animadoras. En realidad, no lo eran. No existía un club de animadoras, porristas o cheedleaders , como quieran llamarlas, en el instituto. Pero siempre estaban las chicas muy alegres que se prestaban para ese tipo de asuntos. Le daba igual, estaba realmente divertido. 
El árbitro cobró penal para el equipo de su clase. Acomodaron la pelota y Carter, uno de sus compañeros, tomó distancia y miró fijo al portero contrario. 
El pitido del silbato sonó y Carter comenzó a correr, pero tuvo que parar. Tuvo que salirse a un lado, tuvo que esquivar la Honda verde que se le venía encima. En un abrir y cerrar de ojos, el campo era invadido por al menos quince motocicletas. Aceleraban e iban en busca de cualquiera que estuviera cerca de allí. Los adolescentes huían asustados, las chicas gritaban. Los insultos desde las gradas traspasaban los audifonos de Mackenzie, que miraba con amargura la escena. Se acercaban a los bancos de suplentes y desparramaban las vendas, los articulos, las prendas de repuesto. Con variadas piruetas, hacían que las motocicletas arrancaran el césped perfecto del campo de juego. En pocos segundos todo estaba destruido. Los que manejaban solo reian y gritaban alentandose entre ellos. Las personas comenzaron a irse pero la mayoría andaba de un lado al otro tratando de buscar una explicación.


Las muchachas decidieron marcharse. Gwen se retrazó un poco. Cuando Mackenzie estaba saliendo por un costado del campo destruido fue interceptada por una abominable motocicleta roja. Podía percibir los rugidos que esta daba. Se paró en seco y con las manos en los bolsillos, la muchacha observó un poco asustada al conductor que portaba casco. Se le heló la sangre.
-¿Ya te irás? – preguntó él.
- No molestes – dijo con rudeza la muchacha y comenzó a irse.
- Hey, tranquila. ¿Sigues enojada por lo del jugo?
Mackenzie paró de caminar. Estaba enojada, y mucho. Giró y se detuvo en Gwen que conversaba con un chico en motocicleta. Él advirtió esto y rió.
-Parece que tu amiga no lo está.
Ella lo miró con odio. No sabía por qué, pero le molestaba mucho su actitud, mas de lo que debía. Decidió irse sin esperar a Gwen y se alejó de allí. Él la siguió mirando hasta que desapareció de su vista. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario