jueves, 16 de diciembre de 2010

Capitulo 10

El fin de semana pasó rápidamente y por fin llego el lunes tan esperado. Estaba ansiosa por ir al Instituto, y en esa noche (en la que conocería a Steve) simplemente no pensó, prefirió concentrarse en hablar con Tony.
. Si, hablaría con él porque simplemente deseaba hacerlo. Después de todo, él se estaba mostrando mas abierto con ella.
Llegó al Instituto pero no vio a Gwen, sin embargo si a Tony. Entonces tomó aire y caminó hacia él sin percatarse de que Kerry estaba muy cerca.

- Hey Tony! Estaba pensando donde podríamos reunirnos para el…
- Anthony, me llamo Anthony para ti – la interrumpió con dureza.
- ¿Eh? Bien, como quieras. ¿Donde Vamos?
Contigo yo no voy a ninguna parte – dijo y se fue. Rodeando con su brazo a Kerry. Mackenzie lo observó sin poder creerlo, con la sensación de un golpe directo al pecho. 
Se sintió demasiado débil. Se enfadó consigo misma por ser tan vulnerable ante él. Por dejarse humillar de aquella manera tan hiriente. Y le dolía. Le dolía su ignorancia, le dolía que se vaya con Kerry, le dolía que siempre fuera así. Le dolía haberse creído algo que no era. Por que eso había hecho. Un golpe a su orgullo. A ella le gustaba él. Ella, quien nunca había estado con un chico antes, porque no le interesaba estarlo. Porque desde que su padre había muerto ella no sentía nada. Tenía un corazón de piedra, un carácter retorcido. Y todo se había liberado ese verano en el que el chico que conoció en el campamento le mandó su primera nota. Ahí fue cuando se quedó desprotegida. Allí donde las cosas se volvieron diferentes. Allí fue cuando aceptó lo de aquella noche. ¿En que estaba pensando, conocer a Steve? Se sentía loca. Rechazada y asqueada ante su situación, se giró queriendo llorar y ya no sabía realmente cual era el motivo. 
- Tu lo tratas así como eres, dura y distante– Mackenzie se giró hacia ella– pero luego te quedas atontada - Gwen suspiró – Es como si cuando tu te haces la fuerte él se acerca a ti pero cuando tu te ablandas BAM! – la pelirroja aplastó su jugo- él enciende su moto y pone cara de chico malo. Hasta la vista baby – Mackenzie se sentía mal. Se sentó en un banco, mientras Gwen siguió hablando – Pero él no quiere eso. Él lo hace por otra razón que no logro comprender del todo. Sabes que soy tan intuitiva… - Gwen paró de hablar cuando vio el rostro de su amiga. Algo en él la golpeó. La pelirroja se sentó y la abrazó pero Mackenzie no le devolvió el abrazo.
- No, tu estas bien. Él está mal ¿sabes? – Gwen la animó sabiendo que estaba muy cerca de pasar algo que ni siquiera se animaba a recordar. Esa mancha oscura en la vida de su amiga. Esa dolorosa epoca por la cual Mackenzie se ganó su reputación de rara. Definitivamente no soportaría volver a pasar por aquello.
- Hey – habló Gwen asustada– No seas testaruda. Escucha, ¿quieres que te muestre parte de mi investigación sobre tu chico misterioso? – ella sonreía esperanzada. Solo Mackenzie sabía como funcionaba su mente. Sabía todo el dolor guardado en ella. No por Tony, eso era un plus. Pero ella necesitaba algo y seguía sin encontrarlo. Gwen era su mejor amiga, y la conocía. Sabía que eso la estaba destruyendo. Por eso se alegro cuando recibió aquella carta el verano pasado donde su amiga le contaba confundida pero contenta la existencia de las famosas notas. Mackenzie era fuerte, por supuesto que si. Y Gwen no soportaba ver caer a alguien tan fuerte. A alguien a quien de verdad amaba. Su mejor amiga y no, no otra vez.
Esperó una respuesta pero nada.
- Ven, te muestro …- tomó su mano pero Mackenzie se la sacó. Silencio, miedo y bronca. Todo junto invadió a Gwen.
- Esta noche ceno con Sara y Steve- dijo la muchacha de cabello castaño. Su amiga suspiró de alivio aunque seguía un poco tensa.
- Con que era eso ¿eh? Que mal amiga. – Gwen la atrajo a si y la abrazó.
- Si – dijo Mackenzie- Los hombres son todos unos idiotas – afirmó con seriedad ella. Gwen rió.
- En ese caso, noche de chicas en mi casa ¿luego del desastre? 
- Claro – Mackenzie le sonrió a su amiga, pero algo en ella le seguía dañando cuando miraba hacia el fondo del comedor. Esa sonrisa de Kerry, altanera, impertinente. Ardía en el medio de su orgullo, porque Tony le interesaba, la rubia ya lo sabía incluso antes de que Mackenzie lo aceptase.

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