miércoles, 8 de diciembre de 2010

Capitulo 21


- ¿A dónde rayos me estás llevando? – demandó Mackenzie a su amiga luego de ver al costado de la carretera un cartel de neón muy luminoso. El resto, era solo oscuridad. Y espesura. 
- A un lugar fantástico. Oye, ¿me prestas tu blusa naranja para una cita? – exclamó Gwen con las manos sobre el volante.
- Claro. ¿Con quien…Oye! eso que acabamos de pasar era un albergue transitorio.
- No, no lo era.
- Ah ¿no? Entonces era un hotel cinco estrellas con un cartel grotesco donde aparecía la palabra MOTEL. Premio a la originalidad.
- Es el albergue del amor. Love hotel.
- Debes estar bromeando. ¿Cómo conoces estos lugares?
- Diablos, yo solo decía. - se justificó Gwen.
- ¿A dónde me llevas?
- Bloodland.
- Me suena a sangre.
- Y me pregunto por qué – Gwen giró los ojos – usa un poco de imaginación ¿quieres?
- Bien. Déjame pensar – Mackenzie cerró los ojos – Veamos. Um .. ¿no será de esos clubes donde frecuentan esos locos que se creen vampiros? Porque si quieres saber mi opinión sobre esas personas…
- No. Está bien. Me rindo. Creo que dejar volar tu imaginación no es buena idea. Bloodland es una discoteca.
- ¿y por qué vamos allí?
- Por que es increíble según dicen y tu querías que fuera lejos.
- ¿En serio increíble? – preguntó Mackenzie con picardía para entusiasmar a su amiga. Brillante estrategia.
- Estupendo. Totalmente en onda. 
- ¿Quién va a allí?
- Prácticamente toda la escuela. Me contaron que hay un barman que prepara tragos de lujo, también sin alcohol para las conductoras designadas como yo – dijo con amargura - además la música es genial…
- Repite lo que acabas de decir.
- ¿Que la música es genial?
- No. La parte esa en donde prácticamente toda la escuela frecuenta el lugar.
- Oh, vaya. – dijo Gwen dándose cuenta - Caí. 
- No, yo lo hice. ¿Me tiraré del auto en movimiento? No lo creo. Así que yo caí. Atrapada.
- Mc, no te creo. Pienso que eres capaz de hacerlo, no me asustes.
- ¿En serio me crees capaz de.. ¡Oye! No me cambies de tema. Si vine contigo hoy fue por que juraste que sería en un lugar apartado sin nadie que nos conociera.
- Vaya, si. Mentí. OK? Las personas hacen eso por buenos fines a veces.
- El fin no justifica los medios – masculló Mackenzie hundiéndose en su asiento.
- No, pero en este caso los medios son un detalle.
- ¿Mentirle a tu mejor amiga te parece un detalle?
- Comparado con el fin, si.
- ¿Cual fin?
- Que abras la reja de tu cárcel mental al menos por una noche.
Cuando llegaron, Mackenzie observó en el piso, bajo sus pies, reflejados flashes blancos. Frunció los labios en una expresión de molestia. Luego levantó la vista con pesar. Contempló con pesadumbre la entrada de la discoteca. La fachada tenía aspecto a intento de castillo del conde drácula. ‘Vaya’ pensó incómodamente. Un cartel lujoso se alzaba sobre el umbral, con pintorescas letras se podía leer BloodLand. Bajo este, dos guardias de seguridad robustos de traje negro y gafas de sol, se hallaban conversando con un grupo de chicos vestidos informalmente. 
- ¿Lo ves? Hice bien en advertirte que debías vestirte con clase – Dijo Gwen tomando el brazo de su amiga y empujándola a caminar. Ella llevaba un vestido rojo con tirantes. Se veía realmente hermosa. En cuanto a Mackenzie llevaba un vestido casual gris y corto, que se ajustaba sobre su pecho y luego caía libre. En los extremos de las mangas cortas y de la falda tenía un borde negro que le daba un toque mas formal. En su cabeza llevaba una fina bincha negra que apenas sujetaba su flequillo atrás, mientras que el pelo largo y suelto caía libre alrededor y sobre su espalda. La noche estaba casi primaveral pero la brisa de invierno se hizo notar. Mackenzie respondió a aquello con un estremecimiento.
- Vamos – indicó Gwen.
Pasaron la entrada esquivando a los guardias que seguían reprendiendo a los jóvenes ‘mal vestidos’. Gwen les enseñó los pases. Uno de los hombres fornidos asintió y le abrió la puerta de la disco. Dentro, era un mundo completamente distinto. La música llenó rápidamente los oídos de las muchachas al dar el primer paso. Mackenzie se aturdió al principio pero luego de unos segundos se acostumbró. Al igual que sus ojos lo hicieron con la luz intermitente. El cambio de temperatura a medida que se iban adentrando en el club. El calor corporal, cuerpos transpirados delirando, moviéndose frenéticos al compás de la música, hizo revivir en la mente de Mackenzie todos esos momentos del pasado en los que se había divertido a lo grande. También le recordó los dolores de cabeza post-salidas. 
Encontró al lugar agradable (dentro de lo agradable que podía ser la música destrozando tus tímpanos, pero de eso se trataba ). Es decir, no había sangre, ni vampiros y no veía a nadie relevantemente conocido. La pista estaba saturada de jóvenes bailando. Se abrieron paso hacia las escaleras que llevaban al primer piso donde se hallaban las barras y el bar.
Mientras tanto, arriba, a un costado de la barra, del otro lado de las escaleras, Kerry se tomaba de un sorbo su bebida. El resto del grupo aplaudió y la ovacionó. Ella miró a Tony quien solo le dirigió una media sonrisa y rodó los ojos. La música allí seguía sonando y desde los barandales se podía observar la pista de baile. Tony se apoyó en ellos y vio hacia abajo sin mirar realmente. Su cabello estaba despeinado de una manera que lo hacía ver salvajemente apuesto.
-No comprendo como pueden beber eso – Bromeó Zack – Juventud descarriada – Todos rieron - ¿Qué? Soy responsable. Soy el amigo que toda madre quiere para su hijo. Helen por ejemplo, me adora - Tony volvió a girarse para darle un golpe en el brazo – Hey , que dije de malo!
Todos volvieron a reir, incluso Tony jugueteó con sus amigos hasta que giró su cabeza hacia el costado. Hundido nuevamente en sus pensamientos, miró el panorama a su alrededor. Por encima de las escaleras vio incorporarse a una deslumbrante pelirroja en un vestido rojo brillante. Joshua, que estaba a su lado fue el único que también vio aquella espectacular muchacha. Tony se estremeció, sabía lo que esa pelirroja significaba y no lo podía creer. Miro esperanzado por detrás de ella y allí comprobó sus sospechas. Su estómago se tensó. 

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